jueves, 13 de octubre de 2011

Capitulo II

Al final me decido y me levanto de la cama, ya es casi mediodía y debo salir a coger unas frutas y alguna que otra flor, aunque con la que me han regalado hoy no se si me faltan más

Salgo de mi casa y cojo mi cesta para las frutas y rosas, cierro la puerta y empiezo a bajar la montaña con Amigo siguiéndome. Iba entreteniéndome con cualquier cosa, pero al final después de unos cuarenta y cinco minutos caminado, encontré la zona por donde yo suelo coger flores.

Empiezo a buscar flores, margaritas, amapolas, rosas y tulipanes. Caminando y caminando encontré un campo muy extenso y con un césped verdes con muchas flores, me senté en un sitio al sol y me acosté, me dormí durante un tiempo.


Al despertarme no era consciente de que me había quedado dormida y que eran las dos de la tarde, doble la cabeza a mi derecha y veo una rosa, una pequeña rosa que todavía no le han salido todavía los pétalos.



Me levanto y andando, mirando el paisaje y cuando estoy cerca de la flor voy a cogerla con los ojos cerrados y cuando la voy a coger abro los ojos y veo otra mano encima de la flor, me sorprendo y levanto la mirada y veo un rostro que me está mirando y que me está sonriendo.



Empiezo a ruborizarme y le sonrió, al parecer a los dos nos gustaban las flores.


-Hola¡¡-empieza a hablar él.

-Ho - ho - hola-saludo tímidamente. Yo siempre he sido muy tímida porque nunca me he relacionado mucho con mucha abudancia.


-Veo que a ti también te gustan las flores especificando, las rosas-dice el chico meneando su gran  melena color canela.

-Bueno si me gustan mucho, su olor, sus colores vistosos....-le dije.

-¿Cuál es la flor que más te gusta?-me pregunto él.

-Me gustan mucho todas pero la que más me gustan es la rosa, por su aroma y sus diferentes colores, veo a esa flor con mucha magia- le dije. Aunque no se si había hablado demasiado, ¡qué nerviosa estoy!


-¡Qué casualidad! La mía también yo también una magia interior.

El me cogió de la mano y yo no se porque me dejé llevar y estuvimos todo el día, hablando y al final me llevó a un hermoso lago de agua, donde le agua era muy cristalina y se veía los peces nadando, parecía un paraíso.

Él (que todavía no sabía su nombre) se fue a coger algunas frutas y víveres mientras yo estaba sentada en una roca enfrente del lago mirándolo fijamente como si fuera mágico, como si fuera el sitio en el cual me quedaría allí toda mi vida.


De repente siento que unas manos me tocan la espalda y me tiran al agua...

-¿Ehh?... Es que no te puedo decir nada porque no se tu nombre jeje- dije riéndome.


-Me llamo Carlos-dice le chico.

-Vale repito... ¿Ehh? Carlos que está muy... está muy buena, venga tírate tú- le dije un poco avergonzada.

-Está bien.


Se tiro con ropa y todo. Empezamos a tirarnos agua mutuamente y sin darnos cuenta la corriente del lago cada vez nos acercaba más el uno del otro. Y cuando nos quisimos dar cuenta nos estábamos mirando con una mirada que nunca me habían mirado y yo nunca había mirado a nadie, parecía una mirada distinta una mirada especial.
Ahora nos besamos, mi primer beso.




domingo, 9 de octubre de 2011

Capítulo I

Abro los ojos por la luz que entra por mi pequeña redondeada de mi pequeña casa en lo alto de la pradera, una pequeña casa donde vivo yo sola con mi perro Amigo, lo llamé así porque siempre que lo necesito está conmigo y porque es el único amigo que tengo. Por la zona que yo vivo no hay gente, solo hay civilización un poco más abajo de donde yo vivo, en el bosque hay unas cuantas casas un poco más grande que la mía. Yo solo bajo allí para buscar comida y algunas flores, sobretodo rosas.

Me levanto y saco la cabeza por la ventana miro a mi alrededor y veo animales corriendo, hojas de los árboles moviéndose y un gran cielo azul sin una sola nube solamente azul.

Abro el armario y me cojo unos pantalones muy sencillo y una camiseta rosita claro. Salgo a la pradera y voy al establo a ordeñar las cabras, normalmente cada cabra da treinta litros diarios.
Entro de nuevo en casa, dejo la leche en la mesa y abro el armario y cojo un vaso un vasito de madera hecho por mi y hecho un poquito de leche.

De repente siento unas uñitas cortas que me arañan las piernas miro hacia me derecha y veo a Amigo pidiéndome la leche de la mañana. Su cuenco está junto a la puerta, le vuelvo a echar un poquito de leche. No tardó en bebérselo.


Iba a salir para ir al riachuelo a refrescarme la cara y al abrir la puerta siento que piso algo bajo la mirada y veo una rosa rosa todavía cerrada, la cojo y la huelo es muy bonita.  Vuelvo a entrar en la casa y entro en mi habitación, la coloco con mucho gusto en un jarroncito.


Amigo, fue fuera corriendo y revoloteando por toda la pradera, en algún momento al parecer cerró los ojos y sin darse cuenta se cayó al río, al pequeño río, menos mal que no había mucha corriente y pudo salir fácilmente.

Estuve toda la mañana sin hacer nada solo en la cama oliendo la rosa  y pensando quien la podría haber dejado allí, si no conoce a nadie, que raro.